Emigré por un tema familiar. No imaginaba España de una manera idealizada y concreta, antes de venir a vivir de manera definitiva sólo había pasado tres semanas en Barcelona, el tiempo suficiente para enamorarme de la ciudad, pero también para darme cuenta de que integrarme tendría sus dificultades.

Cuando me establecí aquí, el primer objetivo era conseguir trabajo y, como era previsible, me integré al mundo laboral en un área de trabajo no relacionada con mis estudios. 

Los primeros años fueron muy intensos, me convertí en madre y tuve que hacer un gran esfuerzo para compatibilizar la maternidad con un trabajo a tiempo completo. En esos años no había tiempo ni para sentir añoranzas por todo lo que había dejado atrás. 

He tenido muchos retos a lo largo de estas más de dos décadas, aunque seguramente los más grandes hayan sido homologar mi título de abogada para poder ejercer en España y conseguir mi doctorado. La abogacía es una profesión con propósito, se trabaja en primera línea de defensa de los derechos humanos, en mi caso el objetivo fundamental es poder ayudar a otros extranjeros a regularizar su situación migratoria y de este modo facilitar su proceso de integración en este país. Es un trabajo complejo, pero muy satisfactorio.   Me considero una persona muy resiliente y siempre estoy abierta a diferentes proyectos por lo que mi futuro lo veo siempre como un lienzo en blanco en el que se irán integrando las propuestas compatibles con mis intereses personales y profesionales. ICAB 3879