Alejandra Gea Bautista
Psicóloga clínica.
Soy Alejandra Gea, tengo 46 años. Nací en Minatitlán, Veracruz, y soy Psicóloga clínica por la Universidad de Veracruz.
En enero de 2012 me mudé a País Vasco con mi hija para vivir con mi entonces compañero, radicado en Guipúzcoa. Las expectativas de vivir en España no se correspondíeron del todo con lo que descubrí. Me encontré con un clima regionalista que aún persiste, además de la necesidad de aprender el euskera que no facilitaba la integración ni el acceso incluso a un puesto de trabajo no cualificado. El mayor choque cultural, en mi caso, lo percibía en relación con la expresión emocional de los vascos que me resultaba parca, fría y desconfiada, no obstante, nunca fui discriminada ni rechazada por ser extranjera.
El primer año fue complejo, transitando el duelo migratorio y la adaptación a España. Comencé a trabajar en la empresa de limpiezas de mi pareja que me orientó en el contexto sociocultural. Sin duda, emigrar no deja indiferente a nadie, cambia la vida y nuestro concepto del Yo.
Pronto comencé a entender que no podía vivir con un pie en México y otro en España, así que me planté con los pies bien juntos. Dejé de añorar lo perdido (simbólicamente), me centré en el presente y mi familia. Comencé a viajar por España, a conocer su historia y a degustar sus sabores. Hace diez años que no he vuelto a México, pero aún conservo la tradición de poner el altar de muertos con mi hija cada noviembre.
Mi mayor reto ha sido encontrar empleo como psicóloga. En 2015. en Vitoria-Gasteiz lo logré, en una ONG para dar tratamiento psicológico a personas solicitantes de asilo. Seis años después finalicé mi trabajo con ellos. Hoy estoy en una etapa de reconstrucción, separada, cuidando mi salud, con el proyecto de mi propio gabinete psicológico (www.psicoalejandragea.com) y, pese a las pérdidas, estoy agradecida con la vida. Creo que somos las decisiones que tomamos, hoy en día me siento mexicana, mis raíces, mis símbolos, mi familia son parte de mi esencia, pero también después de once años me siento española y vitoriana cuando me descubro sintiéndome arraigada en España, en mi hogar, segura, en equilibrio y en paz conmigo misma.