Alejandra Díaz Ortiz
Escritora.
México-Madrid-Mallorca
Escribir es un acto individual, íntimo y, muchas veces, desgarrador.
Descubrí que al hacerlo daba voz a mis miedos. A la incertidumbre del reto al que me enfrentaba cambiando de país, tras decidir construir una nueva vida en España.
No ha sido un camino fácil pero sí muy emocionante. Tengo una hija mexicana española de carne y hueso adicta a los frijoles, pero también tengo cuatro “hijos” de papel publicados en España. A cambio de tanta abundancia que me ha dado este país, participo en cuanto espacio o proyecto me ofrecen para hablar, escribir o reflexionar sobre el hecho de ser mujer y, además, migrante.
Desde muy pequeña descubrí que la palabra es el mejor vehículo de integración. Si a ella se le agrega nuestra apreciada cultura mexicana, nuestra ancestral educación y nuestros imprescindibles “buenos días”, “por favor”, “gracias” y “buenas noches”, las puertas que hay que abrir, y los muros que toca derribar, aunque no son fáciles, tampoco resultan imposibles.
¿Cómo no seguir dando voz a mis nuevos sueños?